En casa nos encanta invitar gente a comer. Me encontré un marido que disfruta con las visitas en casa (como su padre, o el mio!) y cuando pasa mucho tiempo en que no tenemos visitas, me mira con su bella cara reflexiva y me dice: “hace tiempo que no viene nadie a comer, ¿no?”. Si es así, resolvemos el tema en un par de días, y desde el mismísimo instante en que se formaliza el compromiso, yo ya comienzo a darle vueltas a aquello que vamos a comer: pienso en lo que hay de temporada, en aquellas recetas que he estado tentada de probar, en lo que le gusta a quien viene, la ocasión de la reunión, y lo que hemos comido antes con ellos- digo, para no repetir.
Y así me paso entretenida entre pensamiento y pensamiento, jugando a las combinatorias para lograr dar con EL menú. No es simple, pue me gusta encontrar en todos los platos, un hilo conductor, una conexión. Me gusta dedicarle tiempo a esta etapa para otorgar protagonismos a los alimentos que se lo merecen y lograr transiciones agradables de sabor entre plato y plato.
El camino comienza por escoger una o dos preparaciones que sirvan de “pica, pica”: mi mamá no es muy amiga de esta introducción pero a mí me gusta que los invitados sientan que los estábamos esperando. Luego, escoger un primer plato, un segundo (principal) y un postre. Trato entre ellos mantener un equilibrio de contenidos para que si bien nos demos una buena comida, no salgan los invitados sin poder caminar de todo lo que han comido. Yo creo que en estos tiempos ya hemos superado el “más es mejor” para dar paso a un “mejor es mejor” en el cual comer se trate de disfrutar de los sabores y texturas... Es posible que hasta mi marido frunza el ceño frente a esta última afirmación :P
¿Y a qué se transfiere esto en la realidad? Para mí en: 1) no mezclar carnes con pan u otros carbohidratos como arroz , patatas y pasta. Esta combinación crea comidas muy pesadas que no dejan espacio a otros platos. 2) no abusar de los lácteos en la cocina: si ya hay un aperitivo con queso, trato de no usarlo en los siguientes platos, 3) centrar el menú en un sólo plato elaborado, que enfoca los esfuerzos y permite dar intensidad al menú. Y 4) no abusar del horno, que generalmente genera cuellos de botella. Estas pseudo-reglas las he ido cogiendo de aquí, de allí, y de mis propias incursiones como anfitriona, pero seguro que cada uno tendrá también las suyas. Lo importante es tenerlas y seguirlas para que la comida tenga un sentido, una orientación y un buen resultado en general.
Y en fechas de tanta fiesta, quería compartir con vosotros esta receta que puede ser de gran utilidad en vuestro menú navideño o en las múltiples reuniones sociales que se suceden este mes y para las cuales hay que llevar algo de comer. Unas judías cocidas (o al vapor) salteadas con un sofrito de cebolla, almendras y ralladura de limón; suave, ligero, con unas notas cítricas justas que limpian el paladar de los excesos grasos de la carne horneada que van a acompañar. Tiene todo lo que os comentaba antes: permite protagonismo, es ligera, no tiene ni queso ni huevo, y por último, no usa el horno.
La receta original aparece en The Food Network (Chef Emeril Lagasse), web que solía visitar antes que apareciera tanto blog de comida como los que existen hoy. Para referenciarla tuve que ir a los archivos de la web del 2005! Para que veáis la de tiempo que la tengo conmigo. Yo he sustituido la chalota (un bulbo entre cebolla y ajo) por cebolla y los piñones por almendras molidas. De todas maneras, utilizad piñones si tenéis, porque el aroma – ese ligero sabor mentolado de los piñones, añade otra capa de intensidad a la preparación.
Judías verdes con aroma de limón
4 PERSONAS | 30 MIN | FÁCIL
- 450gr de judías verde de la variedad Bobby, de sección circular.
- 1 cebolla mediana
- 30gr de almendras del tipo marcona
- Ralladura de un limón
- Sal y pimienta
- Limpiar las judías, cortar en secciones irregulares de 2-3 cm y ponerlas a cocer en agua hirviendo con sal por unos 7 minutos. Id probando el nivel de cocción para evitar que se pasen. Colar y enfriar con agua corriente para cortar la cocción y mantener el color verde vivo. Reservar.
- Calentar una sarten y agregar las almendras. Remover vigorosamente y tostar las almendras hasta que comiencen a soltar olor y a coger color. Sacar del fuego y triturar hasta obtener trozos como migas de pan. En el caso de utilizar piñones, tostar y reservar sin triturar.
- Picar la cebolla en cubos pequeños. Rallar el limón.
- Preparar el sofrito rehogando la cebolla en una sartén de 28cm aproximadamente hasta que esté transparente. Agregar las almendras, las judías y la ralladora de limón. Saltear la mezcla hasta que las judías estén calientes, unos 3 minutos. Sazonar con sal y pimienta. Servir de inmediato.
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Clara y yo vamos a probar de hacerlo este fin de semana! Es una de las pocas verduras que me gusta...jejeje
ResponderEliminarPara cuando una receta con carne roja?
Un saludo y sigue así
Ignasi