A poco menos de ocho semanas para dar a luz a mi segunda hija Helena y a menos de 10 horas para que se acabe el mes, me enfrento al editor de texto una vez más para cumplir mi resolución de año nuevo: volver a compartir recetas en mi blog. Si la idea es publicar mensualmente, no podía ser que en el primer mes de este año ya faltara a mi propia palabra, aunque tener una niña de dos años, un proyecto empresarial, un bebé en la barriga y una casa que mantener dan bastante para ocupar la mayor parte de las horas diurnas… y las nocturnas también.
Y es que todo es diferente en un segundo embarazo. Desde cómo lo sientes a cómo lo vives, para mí ha sido una experiencia transformadora en la que de repente ya no soy el centro de atención sino que mi hija Amanda lo es, y que no sólo esperamos “nuestra segunda hija” sino mas bien a “la hermana pequeña de la Mandy”.
Es así. Nuestras energías se han volcado en hacer del embarazo una vivencia grata y saludable para Amanda, siendo nuestro mayor temor el momento en el que eso que ahora llamamos Helena y que Amanda saluda, mima y conversa cuando ve mi barriga (enorme, por cierto) se convierta en una personita que ocupe un espacio físico y permanente en nuestras vidas y rompa ese vínculo exclusivo que ha tenido con su madre hasta el momento.
Para mí, el clímax de este embarazo no sólo será tener a la pequeña Helena en mis brazos sana y colorada, sino que más importante será el momento en el que Amanda conozca a su hermana y compañera para toda la vida.
… Qué emoción.
Y en el terreno más mundano y operativo, este embarazo también lo he pasado mucho más cerca de la cocina que el anterior porque con la Mandy Gourmet en casa hay que tener un plato de comida todos los días… y que esté bueno, por favor.
La receta que comparto con vosotros es una de aquellas que encuentras en internet casi de casualidad y debido a sus pocos ingredientes y rápida preparación, se queda en el repertorio casero inmediatamente. La primera vez que la usé fue para hacer el frosting de las magdalenas del cumpleaños de la Amanda: quería añadir un poco de chocolate a la fiesta pero no me apetecía añadir más nata, más huevos más azúcar a una celebración que ya tenía de sobra. Probé un poco escéptica esta combinación de aguacate y cacao, y la sorpresa fue grata: el aguacate le da una cremosidad que conseguiría tras mucha técnica (y mantequilla) en una receta tradicional, y el sabor queda casi imperceptible cuando se usan aguacates maduros. El aceite de coco le da un toque cálido a la pasta, y la adición de cualquier especia: canela, vainilla, esencia de almendra, le otorga más riqueza y sabor. Un perfecto frosting para tartas y “cupcakes” si andáis en busca de una solución light y- aún más importante, a prueba de fallos.
Lo que yo os presento hoy es un postre que suelo hacer para saciar las ganas de chocolate mías y de la Amanda. Monto una leche de coco hasta quede como nata montada y le agrego la pasta de chocolate para obtener una mousse suave, deliciosa, suculenta y vegana. Mi postre se completa (y desveganiza) con un bizcocho “emborrachado” con un poco de café con ron y frambuesas que le dan un toque de acidez y frescor. He aprovechado los vasitos que me regaló mi amiga Judit para hacer una presentación individual de este postre, aunque también os presento fotos de una tarta que hice con el mismo relleno, para que veáis cómo la mousse aguanta bastante bien la forma una vez enfriado.
Espero que os guste. Es una gran alternativa a todos los postres cargados de huevos, leche, azúcar y maicenas. Poco a poco me voy creyendo más en la frase que dice que “el aguacate es la mantequilla de la naturaleza”
¡Que aproveche!
Mousse suave de cacao aguacate y coco
4 PERSONAS| 30 MINUTOS | SUPER FACIL
Para el Mousse:
Para el postre:
- 1 aguacate maduro
- 1/4 taza de cacao en polvo
- 1/4 taza de sirope de agava (o arce)
- 1 cucharada de aceite de coco
- 150ml de leche de coco bien fría -37%mg mínimo (o nata de leche de vaca, si preferís)
- 250g de bizcocho ligero
- 1 taza de café expresso doble
- 2 cucharadas de ron
- Frambuesas para decorar
- Disponer la pulpa del aguacate, el cacao, el aceite de coco y el sirope de ágave en un procesador de alimentos y procesar hasta obtener una crema brillante y homogénea, hasta que el aguacate esté completamente triturado y no se vean trozos, unos cuatro minutos. Reservar
- Batir con una batidora eléctrica la nata de coco hasta que forme suaves picos, unos cinco minutos a velocidad media. La leche de coco no montará tanto como una nata de leche regular, por lo que hay que tener cuidado de no alargar el batido por temor a cortar la leche.
- Una vez batida la leche de coco, agregar en cuatro tandas la pasta de coco a la nata, mezclando suavemente con una espátula en movimientos circulares. Reservar.
- Para los postres individuales, cortar cuadrados de 2 cm aproximadamente y disponerlos en el fondo de unos vasos transparentes para postre de 200ml de capacidad. Mezclar el café con el ron y verter unas tres cucharadas sobre el bizcocho de cada vaso.
- Dividir el mousse en los cuatro vasos sobre el bizcocho y decorar con las frambuesas.
- Dejar enfriar el postre 30 minutos antes de servir.
Confirmó que está buenísimo. La mano que corta el pastel es mía.
ResponderEliminarÑaaaaaam. Que bonito relato sis. Estoy segura que Helenita adorara a su hermana mayor. Tal cono yo quiero a la mia!
ResponderEliminarApetitoso. Hay que aventurarse a alternativas más saludables. Lo probaré para Ale y Fabrizio. Gracias por compartirlo! !!
ResponderEliminaromg, qué tengo que hacer para que tengas esta tarta preparada cuando quedemos la próxima vez??
ResponderEliminarno se puede mirar este blog sin haber cenado