Una noticia muy triste sacudió a mi familia hace unas semanas atrás. Mi abuelo, el Tata Juan, falleció después de una larga enfermedad justo cuando cumplía sus ochenta y siete años de vida. Si bien este desenlace era inminente debido su deteriorado estado de salud, nunca se está preparado para estas cosas. A mí me pilló en la calle, después de bajarme de la moto. Al mirar el teléfono veo que tengo un par de llamadas de mi mamá, mi hermana, mi marido. Algo pasa, pensé.
Fotos de hace unos años en Puerto Rico (arriba) y otras más recientes cuando la Amanda fue a conocer al Tata en Abril de este año. |
Recuerdo unos días que pasé con él en su casa en el campo donde hicimos queso de la leche de unas vacas que había comprado con esa intención. Como todo lo que hacía, el quehacer tenía su técnica, sus herramientas y sus trucos, dignos del artesano mas prolijo. En el patio, dispusimos la leche en una olla enorme (eran muchos litros), le echamos cuajo, sal y no se que otra cosa. Cuando comenzó a cuajar, lo pusimos en unos moldes que él mismo había fabricado y lo prensamos fuertemente con un sistema que también había sido fabricado por él. Yo me lo pasé genial, y si bien el queso me pareció bastante bueno, para él no lo era tanto. Él estaba convencido que le faltaba algo en el proceso de elaboración (o curación) y le frustraba mucho no saberlo. Nos pedía a todos que buscaramos bibliografía “quesística” para mejorar su técnica; su idea era poder dominar así como para fabricar un buen manchego o un brie. Tanta fue su insistencia que yo todavía voy atenta en la sección de cocina de las tiendas de libros, a ver si encuentro aquella “Biblia del Queso” que él necesitaba. Finalmente la leche que producían las vacas de mi abuelo era mayor a los quesos que podía fabricar (o que podía comer) por lo que terminó vendiéndolas y abortando el experimento de los quesos más o menos al año después.
Y esto es probablemente lo más trivial que lo entretuvo, porque el tata fue muchas cosas en su vida: policía, empresario, inventor, inversor… Todo lo que hacía era con la mayor dedicación posible, siempre queriendo conocer las tripas lo que lo ocupaba y abierto a compartir sus conocimientos con quien se interesara en la materia.
Con el tata vivimos muchas cosas. Y da mucha tristeza que ya no podamos vivir otras más. Pero quedan todos esos buenos recuerdos fabricando cosas, imaginando otras y escuchando las innumerables historias que un hombre como él, con tantas ganas de vivir, podía tener.
El Bistec Alemán que preparé lo comimos con mis suegros y unos primos. Me dejaron hablar de mi abuelo, y leer unas palabras sobre él. La Amanda comía entusiasmada la carne del pan, sentada en las faldas de su Tata que le sujetaba como podía el vaso de la mano para que no se fuera a manchar. Esta imagen me dio paz. El amor de los abuelos vive aún después de que las personas se han ido.
Os invito a preparar esta rica carne para un aperitivo con vuestras familias. ¡Que disfrutéis!
Bistec Alemán
6 PERSONAS | 15 MIN + 2H ESPERA | FACIL-v
- 400 gr de carne de ternera recién molida
- Zumo de 3 limones
- 1 diente de ajo
- 1 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de pimienta negra
- Perejil
- 1 taza de Mayonesa
- Pan (tipo chapata, baguette) para acompañar
- Disponer en un bol la carne con el limón, el diente de ajo triturado, la sal y la pimienta. Revolver hasta incorporar bien el zumo con la carne. A mi me va mejor usar las manos en estos casos.
- Tapar el bol con papel film y dejar reposar en la nevera unas dos horas. Una vez la carne pierde el color rojo crudo, ya está lista para comer.
- Enmoldar en un plato y decorar con mayonesa y perejil. Servir frío con pan tipo baguette.
buena tu receta Vale, saludos desde Chimbarongo
ResponderEliminarbuena tu receta Vale, saludos desde Chimbarongo
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