Primero que nada, me alegra mucho poder confirmaros que nuestra primogénita es efectivamente una niña. Amanda, que ya lleva más de cinco meses dentro de la barriga de su mamá, comienza poco a poco a hacer acto de presencia con uno que otro movimiento, preparándose a paso firme para salir y completar nuestra familia cualquier día de agosto. En lo que respecta a mí, me encuentro fenomenal disfrutando de este idílico segundo trimestre del embarazo donde todos los malestares de meses atrás quedan en el recuerdo y la panza tiene ese tamaño justo que permite caminar con (cierta) normalidad y a la vez mostrar al mundo a quien que tiene que venir. Así que todo marcha sobre ruedas, sé que tengo sólo unas semanas más antes de ponerme como una bola y que los montones de energía que tengo se desvanezcan, así que con el Patri vamos a toda máquina arreglando/reorganizando/decorando los espacios de casa para recibir al bebé.
Cinco meses también hace que estuvimos en tierras Boricuas disfrutando de unas vacaciones familiares llenas de excursiones, deporte, cenas y comilonas varias con la despreocupación e independencia que nos permitía nuestra vida de parejas jóvenes y sin niños. Allí nos enteramos de esta gran noticia, y quién iba a pensar que sería la última vez que nos encontráramos todos los hermanos en esa situación; en nuestra próxima visita llegaremos nosotros con un bebé, seguro que nos seguirán pronto con primitos para Amanda, cambiando así la dinámica familiar para siempre. ¿Qué actividades reemplazarán nuestras excursiones al Yunque?, ¿Disney, Orlando?. Es bello concluir que hemos vivido cada momento con la mayor intensidad posible.
Durante nuestra estadía en Borinquen- como los indios Taínos llamaban a Puerto Rico, hubo poco de los proyectos culinarios que nos habíamos prometido con la mamá. La razón: mis mareos y nauseas constantes me mantenían bastante alejada de la cocina y casi siempre la hora de la comida nos pillaba en la playa o de paseo. Aún así, el tiempo nos alcanzó para preparar los clásicos: el pie de limón de mi mamá, la carne al horno para año nuevo, el charquicán; y las nuevas incursiones culinarias con influencias caribeñas: tostones de pana, lechón asado en casa de Ana y estas bolitas de yuca con anís.
La idea la llevaba yo en la cabeza desde Barcelona, para ser honesta. En la cena de Navidad en casa de nuestros amigos Ayda y Francesco, otra amiga, Leivi, dominicana, había traído ese manjar para compartir a modo de pica-pica y yo quedé enamorada del sabor. Ella me comentó en pocas palabras la fácil preparación que llevaba hacerlas y así, al llegar a Puerto Rico, le dije a la mamá que las hiciéramos.
En el caribe la cantidad de tubérculos comestibles que puedes encontrar es extensa y generalmente ocupan un buen trozo de la oferta “verdulera” de los pasillos del súper: yuca, patata, batata, yautía, ñame… importantes fuentes de carbohidratos que son la base de la comida tropical con el infaltable arroz con cerdo. Afortunadamente, con esto de la globalización es posible encontrar yuca en cualquier parte del planeta. Si no la habéis visto antes, tiene un aspecto como de tronco largo y encerado, generalmente ubicado cerca de las patatas. Tiene una pulpa más fibrosa que la patata por lo que triunfa frita. Yo aún no soy muy adicta a ella en su versión cocida en “sancochos” (potajes), pero os recomiendo comenzar a introducirla en vuestra dieta como reemplazo a la patata ya que es una rica fuente de hierro y vitamina C.
Las bolitas que preparamos son de una simplicidad enorme y un sabor riquísimo. La yuca se ralla, se sazona con anís, sal y pimienta, se liga con un huevo y se ponen a freír. No hay más. Con la mamá probamos diferentes grosores de rallado, y lo mejor fue uno bastante fino, como si fuera coco rallado. Yo las volví a hacer en casa de mi suegra este fin de semana y utilicé una procesadora de alimentos para picar la yuca. Las semillas de anís aromatizan una masa fibrosa y almidonada, dándole un final pungente, casi picante. Os recomiendo acompañarlas con una salsa raita de yogurt y pimienta, y si tenéis a mano un poco de “pebre”- como el de mi suegra, no dudéis en ponerle también. La versión caribeña se acompaña de “mayoketchup”, aunque mi cuñada las sirvió un día espolvoreadas con azúcar glas. En fin, ¡experimentad!
Yo me quedo mirando las fotos que hice de aquel día de cocina con mi mamá y mi hermana, combinadas con las de este fin de semana con mi suegra y la familia de Barcelona… Ambos, bellos recuerdos.
Bolitas de Yuca con Anís
8 PERSONAS | 40 MIN | FÁCIL- 1,5 Kg de yuca
- 2 huevos grandes
- ½ cucharada de semillas de anís
- Sal y pimienta
- Pelar la yuca con ayuda de un pela patatas. Descartar el centro más duro.
- Rallar la yuca finamente, hasta que quede como un coco rallado. Si disponéis de una procesadora, picar hasta obtener la misma consistencia mencionada.
- Agregar el anís, una cucharadita de sal y pimienta a la yuca rallada. Mezclar.
- Batir los huevos hasta obtener un líquido homogéneo. Incorporar a la mezcla de yuca.
- Precalentar una olla con aceite abundante.
- Coger una cucharada de masa de yuca y darle forma de bolita con las manos húmedas. Freír en tandas hasta que estén doradas por fuera.
- Escurrir en un plato con papel absorbente.
- Servir caliente acompañado de una salsa de mayoketchup, una salsa raita de yogurt, o espolvoreando con azúcar glas.
Bueno bueno... Valentina, me has abierto el apetito, y eso que solo son las 08.30 de la mañana.
ResponderEliminarPrometo ponerme con las bolitas de yuca, me ha parecido un plato exquisito y fácil de elaborar (ya te contaré), además entre las fotos y toda tu explicación me has trasladado a una cocina caibeña (jejeje). Veo que tu perfil ha cambiado algo... con esa barriguita... Espero seguir sabiendo de tí. Un besote guapa. Virginia
Gracias Virginia!
EliminarPues si, ya verás que lo buenos y fáciles que son estos bocaditos, es una buena manera de incursionar con la yuca si no la has probado antes.
Y si, mi perfil de costado tiene más curvas ahora... cada vez mas :P