Ha pasado tanto tiempo desde el último post de Higosfigues que las ideas se pelean el protagonismo de lo que es el comienzo de este año 2014 en el blog. Me gustaría escribir, por ejemplo, de las hermosas vacaciones en Puerto Rico esta navidad, donde por fin hemos estado toda la familia junta disfrutando de numerosas fiestas, eventos deportivos, comidas y conversaciones. Hemos cocinado mucho con la mamá y la Loli, en particular, un hermoso pastel de boda para celebrar el casamiento de mi hermana y su amado Pepe.
Hemos estado también con nuestros amigos Emma y Sergi faenando un cerdo que compramos entre varias personas, un día entero entre carne, grasa y piel de cerdo que se convirtieron en unas deliciosas butifarras, patés, costillitas para asar, entre otros placeres carnívoros. Sin ser yo una férrea amante de la carne, la explicación de mi participación en este ritual está totalmente justificada. Pero este es tema que da para largo, así que será para el siguiente post.
Sin duda han sido semanas intensas y llenas de experiencias alrededor de la comida, pero la realidad ha girado en torno a otros acontecimientos que cambiarán mi vida y la de Patricio para siempre en un par de meses más. Y es que hace tres meses ya cargo en mi barriga con nuestro primer hijo.
Así es. Nuestro bebe ya tiene dos manitos, dos piernas, un corazón fuerte y todos sus órganos en lugar, creciendo a toda máquina para estar entre nosotros a finales de agosto. Todavía no sabemos si es niño o niña, pero bueno, eso carece de importancia por ahora. Ya estamos enamorados de esa personita que, cada vez que lo vemos en las pruebas de ultrasonido, parece estar bailando en su piscina de placenta.
No es nuevo para quienes han sido padres la sensación de plena felicidad y de un amor absoluto e incondicional que parece emanar de nuestros corazones estos días. Lloramos de emoción como niños pequeños cada vez que escuchamos su corazón latir a ritmo acelerado, somos felices y lo esperamos con ansias en nuestras vidas.
Y bueno, ahora el lado oscuro de la cuestión.
No he podido poner pie en la cocina desde que me enteré que estaba embarazada. Nauseas, vómitos matutinos, dolores de cabeza y cualquier síntoma que podáis encontrar en artículos afines. ¿Olores que se vuelven insoportables? El de la nevera. ¿Comidas que se vuelven intolerables? Mis tostadas con queso crema y mermelada de la mañana. Mis últimos dos esfuerzos culinarios fueron la cena de año nuevo y la tarta de novios de mi hermana y Pepe. Desde ahí, un cansancio desmesurado se apoderó de mi cuerpo y mi gusto por la cocina se volvió un recuerdo repugnante que sólo ahora- ¡después de casi dos meses!, comienza a pintarse otra vez con colores y olores atractivos. Vaya con las señoras hormonas.
Esa es mi historia de hoy. No hay receta, como entenderéis. Aunque ya estamos listos para comenzar otra vez. Aunque un poco atrasado, feliz 2014 para todos
- V
Love it!
ResponderEliminarEnhorabuena!!!!
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