Mi rutina se ha visto drásticamente alterada desde que comencé mi nuevo trabajo. Tengo la suerte de que la oficina me queda cerca de casa y puedo volver a ella a la hora de comer (literalmente cerca, a dos calles), pero la hora que tengo para hacerlo no me da tiempo para grandes experimentos culinarios. Y aunque lo tuviera, mi cabeza esta muy lejos de la cocina ultimamente, y cuando llego a casa por la tarde, lo único que quiero es hacer nada, apagar mi cerebro frente a la tele y esperar al patri para cenar algo que quepa dentro de un pan, o algo de pasta, dependiendo del día. Así se me han pasado las últimas semanas sin ser realmente útil en nada. Salvo en el trabajo. Espero.
Supongo que la adaptación a mis nuevas obligaciones profesionales suponen un gasto de energía que no permite hacer mucho más que trabajar, pero poco a poco voy cogiendo el tranquillo y puedo hacer uso rentable de las horas de sol que me quedan después de salir del trabajo en estos días de primavera.
Creo que es primera vez que los de Joan Castellá cultivan habas, porque no me había topado con ellas en primaveras anteriores. Fue un gusto cuando abrí la caja y había un montón de vainas verdes que reconocí inmediatamente, aunque había pasado AÑOS sin ver esta legumbre en su envoltorio original. Me emocioné un poco, porque al verlas me vino el recuerdo de mi casa en Santiago y mi hermano Sebastián que se tomaba el tiempo de pelar las habas una vez cocidas para zampárselas de dos bocados sin la piel gruesa. El tatán (Sebastián) tenía esas chispas de paciencia con la comida de vez en cuando, aunque en general era más una regla de engullir sin mesura, cosa que se mantiene hasta la fecha (un pozo sin fondo, como dice mi mamá)
Pues con ellas en mente desde la mañana, y con añoranza de cocinar algo más elaborado, llegué el jueves pasado saqué las vainas de la nevera, las puse en una bandeja (como hacía mi mamá) y me senté en mi “terraza” (balcón) a desenvainar las habas para la cena. Desenvainar un kilo y medio de habas no es un asunto rápido. Tardé a lo mejor una media hora en acabar la faena, viendo cómo paulatinamente se reducía el volumen de mi cena, es decir, del kilo y medio saqué con suerte habas para cenar el patri y yo (unas tres tazas) cosa que tendré en mente en una siguiente ocasión. Si el tiempo que me tomó es directamente proporcional, me tomaría una hora pelar habas para una cena para cuatro. Bastante demoroso al parecer.
Se trata de unas habas tibias cocidas al dente. Digo al dente, porque la idea es colarlas sin cortar la cocción con agua fría, así las mantenemos tibias y a la vez terminan de cocinarse con su calor residual. Mientras se enfrían las habas, cortamos dos aguacates en cubos mas o menos del tamaño de las habas, y cortamos en juliana unas hojas de menta que aportarán las notas de frescor junto con el zumo de limón. Para dar intensidad y un toque salado potente, agregamos anchoas de l’Escala. Aliñamos con un poco de aceite de oliva que realza el sabor de las habas y añade unos toques de amargor. Probé con varios tipos de aceite, y si bien mi primera hipótesis era que un aceite de oliva sería demasiado intenso, la verdad es que se complementa bastante bien con el aguacate, así que os recomiendo el uso de uno extra virgen.
Una vez todo dispuesto servimos la ensalada tibia. El resultado es muy interesante: consistente, texturas suaves pero diferenciables entre las habas y el aguacate, toques de frescura de la menta y el limón, toques de mar con las anchoas.
Espero que os guste. Yo por mi parte, espero poco a poco encontrar otra vez el tiempo para dedicarme a mi pasatiempo favorito y compartir mis recetas con ustedes. Aquí en Higos Figues ☺
Ensalada de Habas y Menta
2 PERSONAS | 30 + 20 MIN* | FÁCIL
- 1.5 kg de habas en su vaina (tres tazas de habas aproximadamente)
- 6 filetes de anchoas
- 2 aguacates
- 6-7 hojas de menta fresca
- zumo de ½ limón
- Aceite de oliva virgen
- Desenvainar las habas y cocerlas en agua hirviendo por 7-10 minutos. Escurrir y reservar.
- Cortar el aguacate en cubos de 1 cm aproximadamente.
- Cortar en juliana la menta. Para esto, disponer las hojas una encima de la otra, enrollarlas longitudinalmente, y luego cortar transversalmente.
- Combinar las habas con el aguacate y la menta. Agregar el zumo de limón, aceite de oliva y una pizca de sal.
- Disponer la mitad de la ensalada en cada plato y coronar con las anchoas. Servir tibio.
Ahí está un plato que tengo que probar ! Buenísima receta !
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